ALGO
ESTÁ EMPEZANDO A CAMBIAR….
La
imagen de Daniella Rosas surcando las olas de Punta Rocas, extendiendo los
brazos, buscando fusionarse en un abrazo con cada uno de los peruanos que llegaron
hasta Punta Rocas para ser testigos de la proeza de los integrantes del equipo peruano
de surf. Ante los aplausos y gritos de “¡Perú! ¡Perú!, saliendo de las
gargantas todos los presentes, Daniella, se golpea el pecho, como respondiendo:
“¡aquí estoy!”.
Con
esa poderosa imagen, de confirmación de identidad y de triunfo es con la que me
quedo de lo que significaron estos Juegos Panamericanos. La de un Perú que está
dejando de ser adolescente para encarar su futuro, dominando la naturaleza, tal
como Daniella lo hizo con las olas, es decir, con el respeto que nuestro
planeta merece.
Fue
Nelson Mandela quien mejor entendió el poder que tiene el deporte para unir a un
pueblo bajo un mismo objetivo y lo demostró cuando hizo que su país fuera la sede
del Mundial de Rugby en 1995.
En
la Sudáfrica aún dividida por años de una política de segregación racial
impuesta por la minoría blanca (Apartheid) que incubaron años de resentimientos
y rencor, ahora, con Mandela en el poder, muchos esperaron una política de revanchismo
y de reivindicación sobre la base del abuso de las mayorías, cuando ocurrió todo
lo contrario.
El
evento deportivo permitió que el país entero se “abrazara” al momento de celebrar
el título obtenido no por un equipo sino por toda una nación.
Me
temo que esto no ha pasado en el Perú. Dos días después de terminados los juegos,
veo en los diarios las mismas disputas, los mismos rencores protagonizados por
los mismos rivales de los últimos 25 años, pareciera que nuestros políticos están
muy lejos, a kilómetros, diría yo, de tratar de asimilar, apenas por un momento
el espíritu de Mandela (sé que es mucho pedir).
Sin
embargo, aún tengo fe en que esto no durará para siempre. Las imágenes de los
voluntarios con sus amplias sonrisas recibiendo a los deportistas, los
deportistas peruanos agradecidos con los cientos que fueron a verlos en las diferentes
sedes, los deportistas extranjeros agradecidos por haberlos hecho sentir en
casa en estos casi veinte días, me dicen que algo está cambiando en este país, se
respira en el aire un nuevo país más integrado, más justo, más solidario, pero
que va emergiendo desde abajo.
Lamentablemente
aquellos que elegimos para que nos representen están muy ocupados poniéndose zancadillas
como para darse cuenta.